Ubíquese en el punto exacto en el
que el agua salada le moja los dedos de los pies, de frente al mar. A partir de
ahí, avance aproximadamente 1,5 metros y deténgase. Gire su cuerpo 180°, de
manera que ahora quede de frente a la playa. Agáchese con cuidado para que las
olas no le llenen de agua la garganta y, recién pase una, introduzca las manos
hasta donde la arena se las detenga. Sin dejar pasar mucho tiempo, agarre un
puñado de lo que sea que haya en el suelo. Póngase de pie y párese firme para
que las olas que vienen no le hagan perder el equilibrio. Con cuidado, abra la
mano que tiene llena y observe lo que recogió. Con la mano vacía, escarbe sin
permitir que se le caiga todo de nuevo al agua. Cuando se tope con una concha,
agárrela fuertemente con la mano libre e introdúzcala al mar para quitarle el
exceso de arena. Después de esto, guárdela en la bolsa que debió haber alistado
cuando se le ocurrió la idea de recolectar conchas en la playa. Repita toda la
operación hasta que el número de conchas recolectadas sea el deseado por usted
de acuerdo a sus finalidades. Cuando haya terminado la recolección, amarre la
bolsa que la que ha depositado todo y guárdela en un lugar seguro para objetos
delicados. Cuando llegue al hotel, deje las conchas en un lugar fresco para
evitar olores putrefactos. Haga un último filtro y conserve solo las que
realmente le gusten. Ante todo, tenga muy en cuenta que no debe excederse en la
recolección para no tener problemas al momento de empacar la maleta de regreso.
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